Ya ni si quiera el amor me encuentra,
ni me emborracho con tequila,
ni ando descalza al amanecer.

Ya no sueño con que me miras,
impasible y soberbio,
al fondo de tu habitación.

Ya ni por ni, ni lloro,
ni río de verdad,
ni las amapolas acaban en mi pelo.

Ni si quiera consigo que rime mi puta desgana.

Siempre había creído que eras un poco Sombrerero Loco y yo estaba obsesionada como Alicia en correr detrás de algo, pensando que así iba a encontrar la salida a este mundo de locos. Y ahí estabas tú, obligándome a parar. Pero, han pasado tanto años, y tú parece que has cambiado ese sombrero por un reloj encadenado a tu muñeca, y eres tan formal. Y yo me dedico ahora a escapar, ni si quiera detrás de algo o de alguien.

Granada.
Granada sabe a arte transpirado del asfalto y de paredes. Granada sabe a cañas con tapas. A Babel. A granadinos invitándote a miles de planes. Granada es preciosa, pero más los atardeceres en la mezquita o en el mirador de San Nicolás, o encima de alguna torre de la Alhambra. Granada está llena de flores en sus Cármenes y en el Generalife. Llena de música y olores. De gente que vibra en el Sacromonte o en el Paseo de los Tristes.
Y después de hacer publicidad de esta ciudad, la madrileña no quiere volver a la rutina.

felicidad.

(Del lat. felicĭtas, -ātis).

1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.

2. f. Satisfacción, gusto, contento. Las felicidades del mundo

3. f. Suerte feliz. Viajar con felicidad

La sensación de que tu mente es una olla a presión de ideas, que explotan, se juntan, bullen y luchan unas con otras. Pero luego, se encuentran con un muro blanco, y es imposible que fluyan con fluidez. 

A veces me pregunto por qué escribo. También me pregunto por qué tengo esa obsesión de huir o viajar o escapar o deleitarme en no estar parada. Y otras, por qué ahora solo puedo escribir sobre mí, como si fuese un ser egoísta que busca la palabra que pueda auto-definirme. 

La mierda de todo esto es que a mis 20 años ya empiezo a saber sobre crisis de los 25, contratos basuras, colesterol, muñecas de plástico re-operadas, el puto sueño americano, formar una familia, seguros de vida y muerte, las hipotecas y alquileres... Y mi mente huye. 

No encuentro nada real. Y la misma palabra me explota en la cabeza. Creo que todo es como un show melodramático o una mala película americana sin efectos especiales. Joder, para que lo entendáis. Antes comía y la puta comida no sabía a plástico; antes me reía, y no escuchaba la risa dos tonos más agudos, como si intentase llenar el vacío; antes bailaba, y la música era acojonante; antes hacía cosas que creían que eran maravillosas, que me llenaban; ahora la sensación es hacer lo conveniente, lo que esperan que hagas, lo mejor para tu puto futuro.

Pero aún así, en el caos plastificado y masificado en el que vivo encuentro a gente que brilla, que habla sobre sitios inimaginables, que ríen con un tono normal, que corren calle abajo, que beben, bailan, se emborrachan y todo a la vez; que no tienen miedo del futuro, que hablan sobre conectar con la naturaleza, fuerzas extrañas, el origen del universo y la conexión mental y espiritual que hay entre las personas; del humanismo y el antropocentrismo, de simios que sienten y de delfines que hablan, de como hay mil maneras de enamorarse y de que hay que seguir buscando esa emoción perfecta. Eso para mí, es lo real. 

La cosa va así. Resulta que no me creía cuando me susurrabas al oído "This shit will end" y sí esto se termina. Adiós a la libertad que marea, a lo de salir y emborracharme, aunque fuese Martes, a lo de comer sin comer, a no tener un horario definido. A la gente loca que siente y vibra. A los italianos pesados y a los alemanes que cantan. A que me piquen a la puerta cada dos por tres y a lo no comer sola nunca.
Esto se termina.
Shit.
Vuelta a los exnovios tocapelotas, a hacer lo mismo de siempre, a levantarte a las 6 am, y ahogarte en la puta rutina que axfisia.

Pero la cosa es siemple, hoy es Miércoles, es mi última semana. Y hoy toca Old Fashion.

I DON`T CARE


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