miércoles

Si consiguiese explicar el éxtasis que puedo llegar a sentir en mi menudo cuerpo, cualquiera diría que estoy colocada de la droga más pura.
Pero es real. Tangible.
Abrir la mente y poder recorrer cada poro del cuerpo, poco, lento. Y extender los brazos en la parte de atrás de un descapotable (a lo película americana de los años 90)
Y gritar y quedarte sin voz. Y sentir, con todo lo que conlleva el significado de sentir. Sentir que estás vivo, sentir el aire en tu cara, el suelo en las gomas de tus zapatillas, oir a tu corazón latir, como se pone lentamente la piel de gallina en tu brazo derecho, los olores, la respiración agitada, el cielo sobre tí, las miradas de los demás... Hay tantas cosas por sentir y tan poco tiempo en realidad.
Parece que me haya levantado de un largo y tedioso sueño de invierno.

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