miércoles

Esto se había terminado desde el primer día que empezaron a ponerse las cosas serias. Y aún así Susana no se había hecho la idea aún. Se enervaba cuando él con su chuleria madrileña y con un piti en la boca la hacía sentirse como una verdadera gilipollas.
Y tenía ganas de explotarlo todo contra la pared y a la vez pegarle a él para que abriera los ojos de una puta vez. Que se diera cuenta de aquel día en que él afino su acústica y como la miraba ella, como se había escapado tantas veces a tomarse unas cervezas con él, como le seguía a todas partes sin preguntar, como le besaba solo a él... Si, Susana era gilipollas, pero con todas las letras.
Malditos chulapos.

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