martes

Ser un indio de pies frios

Y oir los tambores de la ciudad, sentir el sin-sentido, las cabezas agachadas y giradas a tanta inusticia. Los pies calzados para no poder tocar, palpar el frío de las aceras y protegernos de los cristales. Los oidos tapados con tanto ruido, tanta gente; que no nos permite escuchar el sonido del viento.
Yo propongo: gritar al son de esos tambores y del viento, correr con los pies descalzos para sentir la hierba y a la acera, tener los pies frios, pero el corazón caliente; levantar la cabeza y ver la realidad, todo lo que nos rodea, aunque nos joda.
No ser una estatua, alguien pasivo.
Ser un indio.

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