martes

No solo es por todo lo que ha hecho por mí. Ni por sus ganas de verme todos los días, ni por las veces que ha matados mis monstruos sin él saberlo, ni por llevarme a princesita a las tantas de la madrugada para que mis pies descalzos no toquen el suelo mojado, ni por aguantarme después de tomarme tres cubatas, ni por hacerme sonreír cuando a mí no me apetezca hacer nada, ni por aguantar mis rayadas, mis cambios radicales de humor, mis tonterías y mis cabronadas. Ni por hacerme regalos y sorprenderme a las 10 de la mañana o de la noche. Ni por haber sido el primero en felicitar mis 18, ni por la forma en la que me felicitó. Ni por darme de cenar esos sándwiches roñosos, ni por lo que me hace sentir cuando estoy con él, no, ni si quiera eso.

Es por haber conseguido que yo dijera esas dos puñeteras palabras que tanto cuesta decir y por ser lo que soy ahora. Alguien sin miedo ya, a que la hagan daño.

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